La policromía, asociada a la escultura, trata de reforzar el simbolismo y la expresión de las figuras, dándoles un revestimiento de color por toda la superficie. Antes de decorar hay que realizar la figura.La producción comienza con dibujos preparatorios a partir de los cuales se realiza un modelo en barro.A veces es necesaria una estructura metálica que soporte y de estabilidad al conjunto escultórico.
Posteriormente, mediante un molde de escayola, se obtiene una reproducción que nos ayudará a hacer la figura definitiva.El tallado manual se inicia con la operación del sacado de puntos, que nos permite hacer la transferencia del modelo al bloque de madera a partir de unos puntos de referencia que marcan la profundidad máxima y mínima del original. El objetivo es desbastar la madera con el mismo volumen que presenta el modelo.
Finalizado el proceso, el artista despliega sus dotes para conseguir un acabado perfecto. Son necesarias tres tipos de herramientas: las gubias para el relimpiado de la madera, los raspones que la retiran y las lijas que dejarán la superficie lisa.Cuando la madera tiene la textura característica del acabado, el artista comienza a darle una base de yeso hecha con sulfato de cal y cola de conejo que, caliente, se aplicará en varias manos a la figura para eliminar las huellas de la gubia.
Esta capa, después del lijado, otorga a la superficie la suavidad y apariencia final. La talla recibe entonces una imprimación de goma laca para impermeabilizar y dar consistencia al yeso después de la cual está lista para el policromado.
Los colores están hechos de óleo y una serie de pigmentos, aceites y barnices.
Cuando el policromado imita el color de la piel, se denomina encarnadura. Para eliminar los rastros del pincel se utiliza una vejiga de cordero reblandecida en agua. Llega el momento de dar los frescores o matices a la figura. Después de los útimos retoques hay que esperar unos días para aplicar la pátina que le dará un aspecto envejecido. La imagen será encerada y pulida, tratamientos que les conceden el brillo final.
Una modalidad de la policromía es el estofado. Una vez estucada la figura con yeso, serán tratadas las partes que queramos dorar. Una piedra de ágata bruña el dorado dejándolo listo para recibir una mezcla de huevo y pigmentos. Este proceso de conoce como temple al huevo.
Hay que dejar secar la pieza dos horas hasta que adquiera un acabado mate. La última fase es el rascado de las zonas en las que debe aparecer el dorado. Así pueden conseguirse piezas tan espléndidas como las que inundan los retablos y templos de nuestra tierra, y de las que se conservan en los museos andaluces,
[Programa «Luces y sombras» 008, Sección Las técnicas] 29/06/2000 Canal Sur Televisión]