Muere Chano Lobato (2009)


2009: 5 de abril. Muere en Sevilla Juan Ramírez Sarabia, «Chano Lobato», maestro de la gracia y del compás, el mejor cantaor para acompañar a bailar de la historia.

Presenta Javier Domínguez. Informa Manolo Molina. [Informativo «La noche al día», 6/04/2009, Canal Sur Televisión].

Juan Miguel Ramírez Sarabia, Chano Lobato (Cádiz, diciembre de 1927 – Sevilla, 5 de abril de 2009) fue Medalla de Andalucía en 1996.

«Tenía ochenta y dos años y en su voz la historia y la memoria del flamenco. Chano Lobato, el tito Chano, nos ha dejado esta Semana Santa. Se lo ha llevado una enfermedad en su casa de Sevilla. Nos queda la imagen la voz y el recuerdo de no de los mejores artistas de la historia del flamenco.

Se llamaba Juan Ramírez Sarabia. Nació en 1927, año de poetas. Su patria, como la de todos, su infancia: la calle La Botica, en el barrio Santa María, en Cádiz.

Su vida un sinvivir de más de setenta años de escenarios. De los de entonces, con sus miserias y sus juergas de señoritos, y los de ahora que otros señoritos siguen sin reconocer el flamenco.

Su memoria una enciclopedia de palos….Los que da la vida y los otros. Su voz una cuna que borda atrás y mece alante. Cantaor largo, heredero de la malagueña del Mellizo, sobrio por solea, impecable por fiestas, rotundo en los aires de su tierra. Pero Chano Lobato fue mucho más que todo eso. Tito Chano fue el mejor contador de historias reales o inventadas. Historias impagables de otro tiempo, contadas con la sonrisa socarrona de quien supo sobrevivir al hambre, a la guasa y al levante.

Tenía el porte noble de la única nobleza posible: La del alma. Era imposible no quererlo. Por eso trabajó con los mejores y cosechó una legión de amigos y de premios. Córdoba, La Unión, La Medalla de Andalucía…

Nunca fue El Flamenco profeta en su tierra. ¡Cómo va a ser famosos mi vecino, si es vecino mío! Triste destino de un arte obligado a convivir con quien lo ignora. Hace dos años su barrio le tributó un homenaje. Chano se reencontró con sus calles… y con su madre… Hoy luce una placa en la puerta de su casa.

En los últimos años no estaba bien de salud pero conservaba intacta su sonrisa inteligente y contagiosa. Con Chano se va una página importante de la historia del flamenco. Nos queda la alegría de saber que estará como siempre sonriendo a compás… o contando historias. Para quien sepa y quiera escucharlas». Texto: Manolo Molina.

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