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«Moisés y los diez mandamientos» (1995)

1997. «Moisés y los diez mandamientos» (de José Manuel Gómez) es el romancero ganador de 1995. En el escenario del Gran Teatro Falla de Cádiz y recreando el ambiente callejero, se reproduce este romancero por Salvador Fernández Miró, otro gran autor de romances del Carnaval de Cádiz.
Ofrecemos el fragmento dedicado a las tablas de los mandamientos que Dios dio a Moisés en el desierto y de los cuales se crea una divertida interpretación.
El romancero es una modalidad fuera del concurso de agrupaciones (COAG) aunque tiene su propio concurso. Esta faceta del carnaval es poco conocida fuera de Cádiz porque solo se puede escuchar en las calles durante la fiesta al igual que las chirigotas callejeras.
[Carnaval de Cádiz 1997. Previo a la Gran final, 5 de febrero de 1997. Canal Sur Televisión].

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05/02/1997

Estas tablas de la Ley, Moisés: te las entrego.
Están hechas por Dios. ¡Por Dios!… con pino gallego.
Diez mandamientos, diez. Préstenme mucha atención
que a mí me los dio Yahvé y ya ves lo que me dio.
Amarás a Dios sobre todas las cosas, dice el primer mandamiento.
Y esta frase tan hermosa, por mi madre, no la entiendo.
Amar, lo que es amar creo que sé lo que es.
Pero a Dios lo que es a Dios…
Adiós es ¡hasta luego, José!
Y después: No tomarás el nombre de Dios en vano.
Y a esto ya me dirán cómo se le mete mano.
Sólo habla de no tomar el nombre de Dios en vano.
Menos mal que no dice nada de los tintos de verano.
El tercero: santificarás las fiestas.
Y aquí soy obediente: lo cumplo
al pie de la letra y santifico hasta los puentes.
Da igual el santo que sea… un puente es lo que
yo quiero. Menos el de San Severiano
que se coge para ir al astillero.
Honrarás a tu padre y tu madre: es el cuarto
mandamiento. Y no estar dando el coñazo
hasta el último momento: Mamá, que te quiero cariño.
Mamá, ¿que has puesto de comer?
Mamá, ¡quédate con los niños!…
y mamá no te quiere ni ver.
Y esos son los hijos casados porque luego están los solteros…
Cada día se casan más tarde y para colmo no entregan dinero.
El quinto: no matarás. Pero yo no pienso así. Porque si no nos
matamos… ¿cómo jugamos al parchís?
No cometerás, dice el sexto, actos impuros.
Y de todos los mandamientos, es el más duro.
A pesar de ser mortal
el pecado de la cama, uno prefiere pecar
que quedarse con las ganas.
El séptimo mandamiento creo que era
no hurtarás. Y en éste siempre me acuerdo del
mamón de Luis Roldán.
Pero hay muchos más ladrones y de clases
muy diversas: desde el que roba millones
hasta el que clava en la cerveza.
El octavo: no dirás falso testimonio ni mentirás.
Y hoy día todo lo que se mira sea cual sea
el cristal, la mitad es pura mentira y el
resto no es verdad. Ni siquiera el amor está libre de engaño,
y si, secándote el sudor, notas dos bultitos extraños,

no te asustes, por favor: no estás gravemente enfermo,

no es una alergia de invierno,… toda la vida de Dios eso ha
sido un par de cuernos.
En el noveno: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
Y una vecina que tengo me va a condenar seguro.
Debido a mi corazón, no subo las escaleras
y siempre en el ascensor me toca subir
con ella. Al décimo vamos los dos, ¿adónde
miró?, ¡qué sufrimiento!
¡Menos mal que llegamos al décimo mandamiento!
El décimo: no codiciarás los bienes ajenos.
nos tenemos que conformar con lo que tenemos.
El que tenga un amor que lo cuide.
Y el que tenga dinero, que se enrolle y que
convide. Si son muchos mandamientos
he aquí la oferta del Señor: le hace el
80% y los 10 se le quedan en dos.
Gracias por haberme escuchado. Ha sido
para mí un honor, poder hablar de pecado
sin tener que decir ¡pecador! Están arriba
en el cielo los limpios de corazón
porque los de arriba usan Fairy y los de
abajo, no. Todo aquel que esto no cumpla
sufrirá el castigo eterno y si no hay
ninguna pregunta, señores… ¡Nos veremos en
el infierno!