Paco Molero, periodista


2014: 20 de octubre. Fallece Paco Molero, periodista de Canal Sur en la Delegación de Huelva. Le recordamos en un reportaje sobre los barcos de Hueva que volvieron a faenar tras dos meses de parada biológica para la captura de la chirla en 2009. Paco Molero acompaña a los marineros, que parten desde Punta Umbría (Huelva) antes del amanecer, durante su faena en el mar. Declaraciones de Manuel Flores (armador), José Luis Vega (patrón) y Juan José Flores (pescador). Redactor Paco Molero [Programa «Tierra y Mar» 799, 30/03/2009. Canal Sur Televisión]

Francisco Molero Espinar (Morón de la Frontera, Sevilla), más conocido como Paco Molero o «Paco Micro» en su pueblo, se inició en el periodismo en medios locales de Morón. En 1990 comenzó a trabajar en Canal Sur Televisión y en 1994 se incorporó a la Delegación de Huelva. La trayectoria de Paco Molero, un periodista con «gancho» como él mismo se definía, fue un ejemplo de superación de su discapacidad. El 31 de octubre de 2013 publica «Tan iguales como diferentes» donde expone su pensamiento:

«La Jornada sobre Discapacidad y Medios de Comunicación celebrada en el CRMF de San Fernando hace una semana cumplió sobradamente con el objetivo de mejorar la visibilización del colectivo entre los Medios de Comunicación. Y yo, como periodista discapacitado participante en esta jornadas, me siento orgulloso de haber intervenido en un acto entrañable, sincero y cargado de diferentes experiencias resumidas en una sola conclusión: SÍ PODEMOS.

De momento, desde mi propia experiencia, y respetando todas las opiniones, incluyendo las más distanciadas de mi óptica de jornalero de los medios, sinceramente creo que la normalidad no debería verse empañada por el calificativo de minusválido, discapacitado o cualquier otra etiqueta que nos quieran colgar para distanciarnos de la amplia y plural fauna urbana. Y es que las lindes de las desconsideraciones, de los menosprecios o de las marginaciones están marcadas con línea fronteriza en los mapas de las indiferencias silenciosas.

Los mayores desprecios, los que hieren de verdad, aquellos que esconden el remitente, los que sólo percibimos los destinatarios, los que duelen por los adentros, los que escuecen el alma, son los que se esconden entre las calladas miradas de lástima. Es por eso que la conquista de igualdades sólo se consigue cambiando las actitudes que no reconocen aptitudes.

La verdadera capacidad se mide proporcionalmente al convencimiento de tenerla. Un convencimiento que individual y colectivamente estamos obligados a usar como única herramienta para mostrar que tú y yo, y todos, somos tan iguales como diferentes. Y desde ese convencimiento igualitario debemos entender los apoyos de la escuela, de las instituciones y especialmente de la familia, (casi siempre la madre, porque sólo una madre sufre la discriminación tanto o más que su propio hij@).

Independientemente de discapacidades, minusvalías u otros calificativos al uso, la validez personal no se reivindica, simplemente se demuestra. Huir de los que se visten de iguales para ofrecer de tarde en tarde falsos proteccionismos nos debe obligar a despegarnos de las ayudas que se encierran entre los muros de lamentaciones heredadas. En definitiva, el camino, el único camino que nos puede llevar a la plena igualdad, debe ser el convencimiento personal de que nuestras diferencias no nos hacen desiguales. Convencernos para convencer debe ser nuestro objetivo.

Ahora, después de esta Jornada, desde mi poltrona de jubilado desocupado me propongo empaparme de las legalidades y de todas las declaraciones de buenas voluntades que se vierten políticamente correctas sobre el colectivo de personas con dificultades físicas. Y desde ese conocimiento, aportaré mi humilde labor en favor de que se cumplan los infinitos acuerdos entre representantes políticos, periodísticos e institucionales en favor de la verdadera integración».

Fuente: http://www.diariobahiadecadiz.com/index.php?p=cartadirector&pg=20