– LOS FOCOS DE LA SENTENCIA.- Con gran expectación mediática, el pasado martes se leyó en la Audiencia de Málaga la sentencia tras el juicio, entre otros, a Julián Muñoz, Mayte Zaldívar e Isabel Pantoja por delitos relacionados con el blanqueo de capitales. El primero, ha sido condenado por blanqueo y cohecho, y fue directamente a prisión además de pagar casi 4 millones de euros; su exmujer abonará también una multa cuantiosa y está pendiente de su ingreso en la cárcel; mientras que la tonadillera se queda en el límite de pena para no ingresar, y tendrá que hacer frente a una sanción de más de 1.100.000 euros. El juicio se celebró entre junio de 2012 y enero de 2013 con importante seguimiento de la prensa, y en él se ha dado por probada la procedencia ilegímita del dinero que obtuvo Julián Muñoz, así como el conocimiento de ambas, que se beneficiaron del mismo. Las defensas han anunciado que recurrirán la sentencia.
– VIGILANDO AL DETECTIVE.- El pasado viernes se aprobó una nueva regulación sobre la figura de los detectives privados. Lejos de esa imagen mítica que nos ha dejado el cine sobre sus pesquisas, lo cierto es que tienen que hacer frente a una realidad bien distinta que se mueve a veces en complejos límites legales, que ahora se quieren supervisar desde el Ministerio del Interior. Se trata de evitar que se produzcan hechos más relacionados con el espionaje, como el recientemente descubierto de una agencia catalana que hacía seguimientos a políticos relevantes. Lo habitual es que su actividad principal se centre en al ámbito laboral. En España se calcula que hay unos 3000 investigadores privados, que se encargan fundamentalmente de recabar información para empresas, en tareas como verificar bajas fingidas, falsos siniestros, o robos. También se les reclama, en menor medida, para asuntos particulares como las infidelidades o el ritmo de vida para pagar pensiones compensatorias.Hay varias universidades que han ofertan ya estos estudios.
– MANTONES.- En plena Feria de Abril de Sevilla, Los Reporteros se detiene en un detalle característico de la vestimenta femenina, el mantón de Manila. Aunque se asocia a la imagen de Andalucía, no tiene aquí su origen, ni tampoco en Filipinas, sino en China. De la colonia asiática era traído por los comerciantes españoles a finales del XVIII en galeones que arribaban al puerto de Sevilla. Aquí, según la leyenda las cigarreras lo pusieron de moda, aprovechando esos tejidos de seda que recubrían los fardos de tabaco para protegerlo de la humedad. Así pasó a ser utilizado como una prenda de abrigo a la que se incorporaron bordados y flecos. Luego se popularizó hasta pasar a ser utilizado por las clases altas. Pieza indispensable de la tradición andaluza, tras ellos se esconde la laboriosa tarea de bordadoras y flequeras que con gran maestría llegan a componer auténticas obras de arte. Un acercamiento a la historia de esta prenda y a la artesanía que conlleva su confección.